Podrías estar de visita turística en Liverpool y no reparar en él. Te parecería un chaval sin nada especial, uno de los muchos que viven en la ciudad de los Beatles. Te pararías a pensar en esos genios de la música, seguramente en que ese chaval sería un fan de ellos, y a orillas del río Mersey, iría a ver los partidos del equipo local mientras escucha “All You Need Is Love”. Y te sorprendería saber que no es un mero hincha cualquiera, sino que es The Golden Boy de Anfield.
Y es que a pesar de su apariencia, Michael Owen no era un chico cualquiera. Nacido en Chester, a pesar de triunfar en el lado rojo de Liverpool, de pequeño era aficionado al Everton. Desde pequeñito se intuía que se le iba a dar bien esto de la pelota, pues batió récords de goles y partidos jugados que estaban en posesión de hombres como Ian Rush o Gary Speed. Chico precoz, jugaba en categorías contra chicos de dos o tres años mayores que él. Llega al Liverpool tras rechazar una oferta del Manchester United. Consigue ganar con los juveniles la FA Youth Cup ante el West Ham, quien contaba con Ferdinand y Frank Lampard, y con 17 años se convierte en profesional. En su debut con el primer equipo, tras entrar al terreno de juego a falta de 15 minutos para el final, marca su primer gol. A la temporada siguiente, en la 1997/1998, se convierte en titular indiscutible, lo que le permite dar el salto a la selección inglesa. A los tres meses de su debut, marcaría el primero de sus 40 goles en 89 partidos con la selección inglesa, siendo el 4º máximo anotador histórico de The Three Lions.
En abril de 1999, sufre su primera grave lesión, en el tendón de la corva, que lo apartaría varios meses de los terrenos de juego. Esta lesión iba a ser la primera de muchas que lo acompañarían a lo largo de su carrera. Sin embargo, en la 2000/2001, volvió con más fuerza que nunca, ganando la Carling Cup, la Fa Cup, la Copa de la UEFA (aquella mítica final ante el Alavés, que el equipo vitoriano perdió 5-4 con gol de oro), la Community Shield y la Supercopa de Europa. Esta exitosa campaña le valió para ganar el Balón de Oro al año siguiente (decisión no exenta de polémica) y su fichaje por el Real Madrid. Llegó al club blanco en le época de los galácticos, y aunque solo vivió una temporada en el club de Concha Espina a la sombra de las principales estrellas y partiendo principalmente desde el banquillo, dejó buenos momentos de blanco, como aquel gol ante el Barcelona en el Santiago Bernabéu, tras un pase magnífico de su compatriota David Beckham y que supuso el 4-1. En total, 14 goles en 40 encuentros, y regreso a Inglaterra.
Tras su año en España llegó al Newcastle, donde no tuvo fortuna. A los cuatro meses de fichar, se lesiona, recayendo en marzo de 2006. A pesar de esto pudo ir al Mundial con Inglaterra, pero con la mala fortuna de su parte, pues se lesionó los ligamentos de la rodilla en el primer minuto del partido ante Suecia. Estuvo un año lesionado, y en el Newcastle sufrió nueve graves lesiones. Las urracas le dieron mala suerte, y tras descender en 2009, fichó por el Manchester United, recogiendo el dorsal número 7 que había dejado vacante Cristiano Ronaldo. Con los de Sir Alex Ferguson, a pesar de que la afición no veía con buenos ojos su llegada por su pasado en el Liverpool, marcó el gol de la victoria en el derbi ante el Manchester City, el 4-3 en el minuto 96. Además, sumó a su palmarés esa Premier que le faltaba. Tras acabar su contrato con los Red Devils, el verano pasado ficha por el Stoke City, marca su gol número 150 en la Premier ante el Swansea, y decide poner punto final a una carrera vertiginosa. Títulos, lesiones, y sobre todo, muchos goles para un chico talentoso que podrías confundir con una persona cualquiera, pero que siempre será The Golden Boy
@DomingoPrez